jueves, 18 de abril de 2013

18 of April.


“El sonido del tic tac del reloj se elevaba hacia los cielos. Las horas a su lado parecían minutos, y los minutos segundos. Las manecillas del reloj se apresuraban por marcar, recelosas, la hora de la despedida. Su mirada se mostraba especialmente perdida en ese momento, como si quisiera decir algo, pero las palabras no fluyeran de su interior. Un día se situó frente a mí, clavando sus hermosos ojos en los míos, y su voz, entrecortada, me dijo:
- ¿Si tuvieras el poder de parar el tiempo y quedarte junto a mí, lo harías?
Desconcertado, asentí acercándome a ella.
De entre sus manos, surgieron sombras que dibujaban la forma de un puñal, constituido por numerosos engranajes que giraban en perfecta armonía. Ella lo extendió hacia mí, mientras sonreía nerviosa.
- Clava este puñal en mi corazón, y podrás detener el tiempo.
Retrocedí varios pasos. Al oír tal proposición, mi desconcierto se tornaba en miedo.
- No temas. Si realmente me amas, al tocar con el filo mi corazón, el tiempo se detendrá, excepto para nosotros. En cambio, si no es así… sólo se detendrá por ti, y yo quedaré eternamente con él clavado en mi interior. ¿Qué harás?
Los escalofríos recorrían mi columna. Todo aquello parecía un sueño. Y yo no sabía si me atrevería a perforar su delicada piel con aquel puñal, que parecía decirme: “¿A qué esperas? Ella confía en ti”.
Decidí intentarlo. Lo tomé entre mis manos. Su tacto era frío como el hielo. Me acerqué a ella, apoyándolo temblorosamente sobre su piel. Me perdí en sus ojos cristalinos una vez más, buscando en ellos el coraje que necesitaba para llevar a cabo aquello que podría darme lo que más quería, o arrebatármelo para siempre. Y finalmente, dirigí su filo hacia el interior de su cuerpo.
El sonido del tic tac del reloj se apagó. Las manecillas dejaron de girar. El puñal se desvaneció entre sombras de la misma manera en que había aparecido. Y pude oír levemente los latidos de su corazón, acompasado con el mío.”