sábado, 1 de enero de 2011

1 of January.


“Los blancos copos de nieve surcaban con suavidad el cielo, posándose sobre sus sedosos cabellos rubios. Ella no se inmutaba. Permanecía sentada en aquel andén, rodeando sus piernas con los brazos, con la cabeza agachada y la mirada perdida. Sus profundos ojos celestes estaban fijos en las vías, con una expresión carente de calor, inundada de melancolía. El viejo reloj de la estación movía sus manecillas con constancia, indiferente al dolor que producía la realidad marcada por sus agujas. El silencio era únicamente roto por el sonido de los trenes que pasaban intermitentemente al cabo de unos minutos, en esos momentos ella observaba las puertas corredoras de los vagones con mayor atención, buscando entre las diferentes personas que las cruzaban, cada una en una dirección, con un propósito, pero él no estaba. Resignada, sus ojos volvían a apagarse junto a la pequeña llama de esperanza que se encendía en su corazón, permaneciendo segundos, minutos y horas, en esa misma posición, esperando aquello que la hiciera levantarse, sonreír, y vivir. Cayó la noche. La estación estaba parcialmente cubierta por un grueso manto de nieve cuajada, y el viento soplaba con un aliento gélido que perseguía la carne y helaba los huesos. Los últimos trenes terminaban al fin su rutinario recorrido, y el andén quedaba vacío de toda presencia humana, salvo de la suya. Finalmente, alzó la cabeza, miró al cielo mientras una única lágrima recorría su rostro, empapando sus ojos azules de sentimientos perdidos, y con el último copo de nieve cayendo a sus pies, su corazón se heló.”

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